viernes, octubre 15

Los caminos del Señor Eddington son inexplicables

Hola hola, amigos de los blogs raramente actualizados. ¿La familia bien? ¿Y los chicos? ¿Ya toca Tommy el tambor oblongo? No desistas, algun día quizá se descubra que no es del todo inepto.

Últimamente viene inquietándome la obsesión por parte de ciertos sectores de la población con la Teoría del Todo. No se habla de otra cosa en todas partes, como ya habrán observado usetedes, mis apreciados lectores. Es por ello que quisiera dar mi visión sobre ella, aportando datos que según tengo entendido son, a día de hoy, inéditos.

La Teoría del Todo pretende, a grandes rasgos, unificar la teoría de la relatividad de Albert Einstein y los principios de la mecánica cuántica. El problema es evidente: La mecánica cuántica permite el movimiento de las partículas en el tiempo, cosa que la teoría de la relatividad no permite bajo ningún concepto, ni siquiera con un soborno. Como decía Faraday entre tubos de ensayo, "¡Que puta es la mecánica cuántica!".

Einstein pasó los últimos 20 años de su vida tratando de hallar esta teoría que explicaría desde hechos tan importantes como el Big Bang hasta el porqué su lavandera siempre le devolvía los calzoncillos con una nota dentro en la que había escrita la palabra "teleférico". Este último hecho intrigaba profundamente al popular científico, que no se atrevía a preguntarle a dicha señora sus razones para tal acto debido a la inmensa aprehensión que le producía el dirigirle la palabra a otro ser vivo que no fuese su árbol de caucho.

Según los tests de Sir Arthur Eddington hechos en 1919, la luz tiene una masa que provoca la desviación de ésta en el espacio debido a la gravedad. Estos tests se hicieron durante un eclipse solar, por lo que los vecinos quedaron tan impactados que hizo falta un destacamento entero de la Guardia Nacional para evitar que se le linchara bajo la acusación, según el portavoz de la comunidad, de "hacerle la puñeta a la gente". Años después todo fué desmentido y el test se dió por válido, pese a que aún no se ha demostrado que Eddington estuviera sobrio aquella tarde.

En resumen, la Teoría del Todo englobaría todas las teorías por las que comprendemos el universo, pero es realmente difícil de enunciar, y hasta el momento nadie se atreve a hacerlo en público sin antes ponerse un gorro de pelo de morsa para mitigar el ridículo de sus palabras. Cabe añadir que éste propósito rara vez se consigue, haciendo que todo acabe irremediablemente en pesadilla kafkiana y alguna que otra contusión física.

Para terminar suelo dar un consejo, pero a falta de uno apropiado para la ocasión he preferido componer un pequeño haiku del que, aún habiendo sido calificado de "cumbre de la más galopante imbecilidad" por la crítica mundial, me siento particularmente orgulloso.

Nuez y panceta
¡Cuán suculento manjar
para mi perro!